“Somos lo que comemos”

En el Valle de Soba, los restaurante de comida rápida brillan por su ausencia, no hay ni un Mc Donalds, ni un Telepizza a la vista. Ni siquiera hay un servicio de comida a domicilio con alguno de los restaurantes de la zona. Sin embargo, esta la granja de huevos camperos donde ves a las gallinas pastando libremente cada día, el ganadero que vende su propia carne en la carnicería y el apicultor que cosecha la miel directamente del panal que ha producido sus abejas. Además de la posibilidad de tener tu propio huerto o comprarle las lechugas y los tomates a la vecina.

Pilar es una ganadera y propietaria de la granja "Huevos Camperos del Asón", un negocio ubicado en el pueblo Asón y donde con la ayuda de sus 1.800 gallinas criadas en libertad, produce los huevos más naturales y saludables que podrás llegar a encontrar en un supermercado. Ya que Pilar para pilar lo más importante es la calidad de vida de sus gallinas y producir siendo responsable con sus animales y el medio ambiente. Los huevos camperos, son camperos de verdad, ya que sus gallinas pasan buena parte del día en semilibertad, con un gran terreno vallado para asegurar su seguridad donde pueden andar libremente y pastar. Y es que la alimentación de las gallinas es fundamental para la calidad del producto final.

De acuerdo con Pilar, la calidad del huevo está muy relacionado con la calidad de vida del animal. Las gallinas de las macro granjas, suelen pasar toda su vida enjauladas y esto llega a afectar incluso a su imagen física, al vivir en peores condiciones pierden su plumaje, padecen más enfermedades y se acorta su esperanza de vida. Si bien es cierto que en las macro granjas las naves donde se encuentran reciben un mayor control de la temperatura ambiente y otros factores, las gallinas no campean, por lo que los huevos no son camperos.

Y al mismo tiempo, huevos de granjas como la de Pilar, son mucho más saludables para nosotros. Pues tienen un nivel de colesterol más bajo y tienen menos alérgenos que otros huevos. Por lo que las personas alérgicas los toleran mucho mejor. "Al final somos lo que comemos" dice Pilar.

Otro de los productos estrella que se producen en Soba, también en parte de procedencia animal, es el queso, el segundo más popular en cualquier feria de Soba junto con los duces tradicionales. Y es que hay muchas personas procedentes de la ciudad que han visto la oportunidad de tener un modo de vida en una zona rural como el Valle de Soba a través de la producción de queso.

Como es el caso de Daniel, propietario de la Quesería Axia ubicada en el pueblo Aja. Un madrileño con ascendencia sobana, que tras estudiar una carrera universitaria en Barcelona y vivir un tiempo en Londres, se cansó de la ciudad y se mudo al pueblo de donde provenían sus raíces.

Daniel solo produce una variedad de queso semicurado que distribuye por los negocios del valle y de otros municipios de Cantabria, como Ramales, Laredo e incluso Santander. Y para él, lo más importante es apoyar a aquellos que tienen su modo de vida en el mundo rural, es por ello que su queso se hace con leche proveniente de vacas afincadas en una ganadería en La Gándara.

Además, su producto se hace de la forma más natural y tradicional, por lo que no cuenta con ningún aditivo artificial, lo que hace que al mismo tiempo sea más saludable para nosotros. Y lo mismo ocurre con el queso de Álvaro Alonso, copropietario de Quesoba. Un santanderino que junto con su hermano ha creado este negocio, además de crear una casa rural y tener su propio establecimiento en el Mercado del Este en Santander donde vende sus productos.

En el medio rural, el acceso a alimentos de buena calidad y saludables es muyo mayor que en las ciudades. Ya que las personas que viven allí se alimentan de productos tanto de origen animal, como de origen vegetal que se han realizado sin aditivos químicos que afectan a nuestra salud. Los animales viven en semilibertad, no reciben antibióticos o tratamientos con hormonas para que produzcan más leche y huevos, y la calidad de vida que tienen se percibe también en la calidad de su carne.

En el medio rural, se puede probar como sabe la miel de verdad, esa que está increíblemente dura y es capaz de partir la cuchara al intentar sacarla del bote. Pues la miel va directamente del panal al tarro, sin ser mezclada con jarabes, como las mieles de grandes empresas. Y al final, como muchos de estos productores afirman, somos lo que comemos.

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