La vida rural vs. la vida de ciudad

El estilo de vida que conocemos como rural, tradicionalmente tiene muchos estereotipos por los que se define a las personas que habitan en este tipo de entorno, lejos de la industria y el ruido. Como bien puede ser la falta de innovación, la cual se asocia a este tipo de entornos y se cree que la tecnología no llega al campo. Al igual que se piensa que es un entorno con falta de cultura, sin ocio y donde la educación es deficiente. La madre de todos los estereotipos: "los paletos de pueblo". A las televisiones les encanta la imagen de las ruinas, las cabras y el pastor. Que por cierto, son una herencia maravillosa de nuestros territorios y que deberíamos preservar. Pero esa no es la realidad de las personas del mundo rural.

Prejuicios y estereotipos a un lado. No existe una respuesta correcta sobre qué modo de vida es mejor para una persona, cada estilo ofrece sus ventajas y desventajas y todo dependerá de las necesidades de cada persona a la hora de escoger dónde vivir. Sin embargo, es importante recordar de dónde procedemos, los humanos nos hemos alejado demasiado de la naturaleza, y es por lo que hay quienes buscan huir del ruido, el tráfico y la contaminación, sacrificar servicios y comodidades, para reconectar de nuevo con la madre tierra.

Ese el ejemplo de Rosa, una mujer procedente de Barcelona, una de las grandes ciudades de España. Al acabar sus estudios universitarios, decidió acompañar a su pareja pues le habían asignado unas prácticas universitarias en el Valle de Soba. Al adentrarse por primera vez en el Valle quedó enamorada del estilo de vida que este le podía ofrecer y sin pensarlo dos veces comenzó un proceso de mudanza, abandonó la gran ciudad para vivir un tiempo en Ramales de la Victoria y finalmente asentarse en el pueblo de Asón, donde tan solo viven 21 personas. "Para mí, la vida que ofrece la ciudad no es una vida natural para una persona, debería vivir más próxima a la naturaleza". Dice Rosa

Ahora lleva siete años viviendo allí, en una cabaña que lleva preparando para poder producir y cosechar sus propios alimentos, y así vivir fundamentalmente a base del autoconsumo. Después de unos años con este modo de vida, Rosa jamás renunciaría a la montaña por la gran ciudad, además de creer que las personas realmente no están creadas para el estilo de vida de la ciudad y considerar que deberíamos tener la naturaleza más presente en nuestras vidas. 

La ciudad, aunque ofrece muchos servicios que mantienen nuestras necesidades más que cubiertas y un estilo de vida más cómodo debido a la proximidad de nuestro puesto de trabajo o el colegio de los niños, por lo que pasamos menos tiempo en coche. También es cierto que en la ciudad nos encontramos con grandes inconvenientes, como es la contaminación (tanto del aire, como acústica y lumínica), bullicio constante, acumulación de tráfico, personas y viviendas en espacios reducidos, gran generación de residuos y un impacto descomunal en el paisaje y la biodiversidad.

Por no hablar de los efectos secundarios de un ambiente contaminado en nuestro cuerpo. La contaminación en las grandes ciudades y la pésima calidad del aire en buena parte del planeta se cobra la vida de 7 millones de personas cada año. Y es que, por ejemplo, la gente que vive en grandes ciudades, como puede ser en Madrid, es más propensa a padecer de enfermedades relacionadas con problemas respiratorios y cardiovasculares, como puede ser el cáncer de pulmón o fallecer de infartos.

Además, en lo que se refiere a la salud mental, de acuerdo con la psicóloga Vivienne Nieto, el contacto con la naturaleza es todavía mucho más recomendable y necesario para su bienestar. Puesto que una persona que vive con el ritmo rápido que te exige la ciudad, con estímulos constantes y en una rueda de estrés continuo, viven para lo que les rodea no para ellos mismos. Por lo que la naturaleza sirve como una vía de escape para oxigenarse y tranquilizarse.

De hecho, lo recomendable es tener un contacto de forma diaria, aunque sea durante un rato. Y si esto no es posible por una rutina apretada, al menos intentarlo durante los fines de semana. Puesto que vivir expuestos a tantos estímulos es uno de los causantes de que tantas personas padezcan de ansiedad, y ya no tan sólo personas adultas, sino también afecta a los niños. Y la naturaleza también puede servir como sistema de terapia para ayudar con ciertos trastornos que afectan a nuestra salud mental, como es la depresión y el TDAH, y para ello tenemos como ejemplo la terapia con animales (caballos, perros etc.), los cuales se encuentran en un espacio natural y las personas acuden como tratamiento para estas enfermedades.

En su lugar, el campo nos ofrece un entorno mucho más tranquilo donde el silencio gobierna y podemos apreciar pequeños sonidos como el cantar de los pájaros, las hojas de los árboles en un día de viento o el fluir del río. Aunque bien es cierto que cualquier servicio queda un poco más lejos y puede llegar a convertirse en una incomodidad si los niños se apuntan a extraescolares y cada una de ellas se encuentra en una localidad distinta. Es por ello que el estilo de vida del campo, al igual que el que nos ofrece la ciudad es para aquella persona que realmente lo desea y le gusta, a pesar de sus inconveniencias particulares.

Debido a la situación que el mundo vivió hace menos de tres años a causa de la pandemia producida por el Covid-19, que obligó a toda la población en España a encerrarse en sus casas durante meses, cada vez son más las personas que han cambiado de parecer con respecto al estilo de vida que buscan y desean mudarse a un entorno más rural, tranquilo y con poca población, en el cual, en el caso de que una situación similar vuelva a ocurrir, pueda tener más libertad para salir de su casa y disfrutar de su jardín o de la naturaleza. Y aquellos que optan por dar el salto y mudarse al campo, ya sea por este motivo o por otra motivación personal, aseguran que tras haber probado este estilo de vida, no se arrepienten y jamás volverían a la ciudad.

Como es el caso de Jesús, un bilbaíno que optó regresar a sus raíces y vivir en Ramales donde lleva 25 años ejerciendo como veterinario para la Cooperativa de Valles Unidos del Asón. Después de tantos años, asegura que este entorno es mucho más beneficioso para él, debido a la falta de estrés y agobios que le ofrece la ciudad.

Y es que de hecho está demostrado que la vida rural es mucho más beneficiosa y saludable para los humanos. Pero no solo para nuestra salud física, debido a una mejor calidad del aire y una mayor cantidad de alternativas para realizar ejercicio físico al aire libre. Además de ofrecernos una alimentación más saludable con mayor acceso a productos ecológicos y a precios razonables, y la escasa oferta (por no decir nula) de restaurantes de comida rápida. Es también un entorno mucho más saludable para nuestra cabeza.

Quienes viven en las zonas rurales tienen menos riesgo de padecer una enfermedad mental que aquellos que habitan las grandes urbes. Una vez más, debido al estilo de vida. Que influye en que sus habitantes vivan menos estresados y sin la tensión constante del ruido, el tráfico y el exceso de estímulos.

La psicóloga Vivienne Nieto explica que los beneficios del contacto con la naturaleza son innumerables. Unos estudios afirman que la naturaleza nos ayuda a mejorar nuestro rendimiento cognitivo. Las personas que viven en el campo tienen una mayor capacidad de atención, concentración e incluso creatividad. De hecho, el mismo estudio cuenta que solo el hecho de que nuestro cerebro este expuesto a algo relacionado con la naturaleza, ya sea un cuadro, un sonido o tener una planta cerca, ya activa en nosotros una serie de mecanismos que genera en nosotros una sustancias diferentes. Generando una sensación de mayor tranquilidad. Pues una de las sustancias que se ve afectada es el cortisol, también conocida como la hormona del estrés, la cual en un sitio con muchos estímulos se puede disparar. Y en cambio la naturaleza funciona como reguladora de esa hormona y nos sentimos menos estresados.

El espacio natural ayuda a transmitir calma. Permite a las personas estar en contacto con una variedad de estímulos sin llegar al colapso que algunas veces se puede sufrir en ciudades masificadas. Es un ambiente que ofrece sensaciones de paz, comodidad y refugio, por lo que sus habitantes tienen un ritmo de vida más relajado.

Además de contar con una mejor condición de salud física, por estar respirando aire puro, en lugar del contaminado de las ciudades, la posibilidad de realizar ejercicio al aire libre y el acceso a mejores alimentos tanto de procedencia animal como vegetales, puesto que tenemos a nuestra disposición la posibilidad de tener una huerta o adquirirlos de un vecino que los produzca en su jardín. En la ciudad, el sonido y la luz nunca descansan, por lo que sus habitantes tampoco, mientras que en el campo llega un punto en el que oscurece, no se oye nada más allá que el río si lo tienes cerca, apenas hay iluminación artificial y se pueden admirar las estrellas.

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