¿Cómo es el Valle de Soba?
En la Cantabria Oriental, en el límite con las provincias de Burgos y Vizcaya, oculto entre las montañas, se encuentra el Valle de Soba. Un valle olvidado por todos, salvo por el turismo, como bien afirman los ciudadanos del lugar, especialmente las personas que se dedican a aportar trabajo al valle a través de la ganadería. En Soba la vida se complica por la falta de servicios: sin un transporte público digno, ni colegios, ni centros de salud. Donde ni siquiera puedes acceder a Internet desde buena parte de sus poblaciones. Un valle, que, de acuerdo con su propio alcalde, se enfrenta al fenómeno de la España vaciada.
El Valle de Soba es considerado el último valle virgen de Cantabria. Es un territorio montañoso y está configurado por más de una veintena de localidades que se remontan a la Edad Media. Allí, la vida rural más tradicional persiste a pesar de las complicaciones, la falta de servicios y la marcha de las generaciones más jóvenes que buscan las comodidades de la gran ciudad.
Aunque pueda parecer un paisaje remoto, el Valle de Soba está a tan solo una hora en coche de Santander, la capital de Cantabria. Y es que el valle limita por el Norte con los municipios de Ramales de la Victoria, Arredondo y el Valle de Ruesga. Mientras que por el Sur limita con las localidades de la provincia de Burgos, Merindad de Montija y Espinosa de los Monteros. Además, al Este limita con Vizcaya, con Lanestosa y Carranza para ser exactos.
En otras palabras, el Valle de Soba representa una gran extensión de terreno. Se trata del tercer mayor municipio de Cantabria, con 214,6 Km2 que albergan un paraíso natural de bosques, ríos y cascadas.

Soba fue proclamado como ayuntamiento en 1822, y actualmente Soba está compuesto por 27 pueblecitos, cada uno con su encanto particular, que en total suman 1.193 habitantes. Para hacernos una idea de la dimensión del valle, podemos compararlo con la capital de Cantabria, Santander, la cual en una extensión de 36,08 KM2, alberga 172.000 habitantes. Mientras que Soba, con una extensión de 214,6 Km2, tiene apenas 1.200 habitantes, aunque es una cifra que no para de descender conforme pasa el tiempo. En concreto, a principios de siglo XX Soba tenía 4.000 habitantes y su población comenzó a descender de forma acentuada a partir de la década de los 60.
Como no podía ser de otra manera, el sector primario, y especialmente la ganadería, es la base de la economía de Soba, la cual da trabajo al 60% de la población activa. El Valle de Soba es uno de los encargados de que la ciudad coma. Aunque el turismo y el sector servicios está en aumento en la región, dando actualmente trabajo a más del 20% de la población. Mientras que la industria es el sector menos explotado, con tan solo un 9% de ocupación. De hecho, el censo agrario de 1999 establecía que, de las casi 21.000 hectáreas de superficie agrícola, 12.357 se dedicaban a pastos y 6.522 a especies arbóreas forestales.
En lo que a naturaleza se refiere, el Valle de Soba es un oasis de naturaleza salvaje cercano a las grandes urbes. Por suerte la mano del hombre, caracterizada por su capacidad para arrasar con todo a su paso, no ha podido incidir notoriamente en el entorno rural de Soba. Por lo que entre las montañas Busta y el Pico San Vicente, podemos encontrar grandes bosques de hayas robles y encinas repletas de fauna como corzos, zorros, lobos o jabalíes entre otras muchas especies. El valle está surcado por sus dos ríos más conocidos, el río Asón y el Gándara, los cuales se encuentran en Ramales. En sus aguas viven truchas y anguilas. Y desde luego su mayor atractivo es la Cascada de Cailagua, el salto de agua más alto de Cantabria y nacimiento del río Asón con más de 70 metros de altura.
Con respecto a los municipios vecinos al Valle de Soba, tenemos Ramales de la Victoria, un pueblo de 2.800 habitantes que comparado con el Valle podría considerarse "la gran ciudad" de la zona. Cuenta con todos los servicios esenciales que podríamos pedir a un municipio, además de que nos sigue ofreciendo proximidad con la naturaleza y la calma que encontramos en ella. Y entre ambos se encuentra el Valle de Ruesga, otro Valle menos montañoso y extenso, pero con el mismo encanto.
